Resumen: -¿Con que nos quieres matar eh? –Río mientras me
miraba burlonamente.- Pues te quedarás con las ganas. ¡No tienes los cojones
suficientes para hacerlo marica! –Y empezó a romper mi cuaderno con cada uno de
mis dibujos. Yo lloraba, pero no porque me dolieran los golpes, sino porque
sabía que era un cobarde como para hacerlo. Él tenía razón.
Clasificación: +18
Categoría: General.
Advertencias: Violencia.
Género: Drama.
Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenecen, lo demás es de mi autoría. No se busca ofender a nadie con esto.
Si
los demás te hacen daño… ¿Por qué también tú te lo haces?
Clasificación: +18
Categoría: General.
Advertencias: Violencia.
Género: Drama.
Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenecen, lo demás es de mi autoría. No se busca ofender a nadie con esto.
Suena mi despertador, 6:00 AM. El despertador de mi
habitación no dejaba de sonar, yo estaba en realidad más dormido que despierto.
Extendí mi brazo hacia él despertador y lo apagué; otro nuevo día, pensé entre
mí. Me levante sin ganas de nada, Camine hacia el espejo y al ver mi reflejo me
sentí muy mal… los golpes que me habían dado ayer comenzaban a notarse en mi
cuerpo. Tenía muchos moretones en la espalda, debido a que la mayor parte del
tiempo me golpeaban ahí. Por una parte estaba agradecido, mamá no se daría
cuenta de que me habían pegado.
Cuando acabe de arreglarme me puse camino a la escuela, como
siempre no tenía ganas de ir, y no porque no me gustará aprender o fuera malo
en ello, sino porque la escuela no era el lugar más bonito del mundo; al menos
no para mí. ¿Qué porque lo digo? Pues la mayoría de los chicos a esta edad
están rodeados de amigos, en cambio yo no tengo ninguno, nadie que se preocupe
por mí, ellos solo se burlan o me hacen bromas pesadas, y la verdad es que aún
no comprendo porque lo hacen.
Dicen que soy un fenómeno, un marica, un raro… solo porque
tengo gustos diferentes a los de ellos. Yo amo la música, leer historietas,
dibujar, estar en mi computadora y no me gusta tanto jugar futbol. Alguna vez lo
intenté por no estar solo en el recreo y hacerme amigo de ellos, no fue una muy
buena idea, porque me pusieron de portero y todos los balonazos me los daban a
propósito. Esa vez acabe con muchos moretones y el cuerpo sumamente adolorido.
Entre a la escuela, esperaba no encontrarme con la pandilla
de matones en el pasillo, pero como siempre nunca tengo buena suerte y es que 6
contra uno nunca sería una ventaja para mí. Estaban platicando entre ellos,
traté de no hacer ruido ni ningún movimiento brusco para que no me notaran.
Camine por el pasillo lo más silencioso que pude con la cabeza agachada y las
manos en los bolsillos, cuando pensé que no me habían visto sentí como alguien
chocaba muy fuerte contra mi hombro.
-¡Hey marica! –Me grito Iván, él era el que mandaba en su
pandilla, todos los chicos lo seguían y hacían lo que él decía solo porque él
era el capitán del equipo de futbol. De pronto él y los otros 5 chicos me
rodearon, me sentí muy asustado… ¡No quería que me golpearán de nuevo! Mis ojos
se empezaron a poner rojos debido a que quería llorar; más no lo haría, no
enfrente de ellos. -¿Qué pasa? ¿La nena tiene miedo? ¿Quieres llorar marica?- Preguntó
Iván burlonamente mientras los otro reían de lo que decía, luego empezaron a
empujarme entre todos mientras sentía el impacto de sus manos en mi cuerpo, yo
trataba de detenerlos pero no podía. Me quitaron mi mochila y tiraron mis
útiles al piso.
-Déjenme por favor… yo no eh hecho nada. –Les pedía, mi voz
era débil, tenía miedo de decir algo y me pegarán una paliza.
-¡Lindos pantalones muñequita!
-¡Eres una puta perdida!
-¡El maquillaje es de maricas!
-¡Nenaza!
-Jajaja esto te pasa por ser tan joto. –Oía que decían sus
amigos. Sus risas eran cada vez más fuertes. Ellos se reían, pero a mí no me
hacía gracia. De pronto Iván me empujo muy fuerte y caí sentado en el suelo. Me
aventó la mochila en la cara- Verás cómo te va en la salida.- Dijo amenazante y empezaron a caminar
dejándome ahí votado.
Me levanté del piso y empecé a recoger mis cosas, las
lagrimas descendían por mi rostro, cada que me tratan así hacen que me sienta
como si fuera una basura… como si no valiera nada. Termine de recoger los
útiles y me dirigí a la clase que me tocaba, no quería entrar porque allí
estarían ellos, pero no era como si tuviera otra opción. El día paso igual que
siempre, yo me escondía de Iván y sus amigos, no salía al recreo por lo mismo,
tenía hasta miedo de ir al baño y encontrármelos como la primera vez.
Tenía 14 años, era
recreo, no había nadie en el salón de clases, solo yo. De pronto me dieron unas
ganas incontenibles de ir al baño, nunca acostumbraba hacerlo en la escuela,
pero no me podría aguantar hasta llegar a mi casa. Caminé rápidamente por el
pasillo que dirigía a los baños, todos se me quedaban viendo raro, y es que yo
nunca salía del salón, supongo que los sorprendió verme afuera a la hora del
recreo.
Llegué a los baños y
me introducí en uno de ellos, luego salí y fui a los lavamanos. De repente la
puerta del baño se abrió y unas estridentes carcajadas se oyeron. Me giré para
ver de quien se trataba, era Iván y sus amigos. Seguí lavándome las manos como
si nada, de pronto oí la voz de Iván.
-¡Hey tú! –Me habló,
yo lo miré a través del espejo. Decían que Iván era malo, o al menos eso había
oído, pero a mí no me constaba.
-¿Disculpa me hablas a
mí? –Le pregunté confuso.
-Sí, ¿Qué haces a
fuera teto? –Dijo, no me agrado el tono de su voz prepotente, por lo que le
conteste de la misma manera.
-¿No es obvio? –Dije
sarcástico. –Vine al baño.
-¡Vino a retocarse el
maquillaje! –Dijo un amigo de Iván, todos se empezaron a reír de eso. Yo no
supe que decir, simplemente me quede ahí quieto. De repente Iván se puso serio.
-Mira yo no sé qué te
creas niñita, pero a mí me hablas con respeto. –Espeto Iván molesto.
-¡Seguro que es
marica!… Solo míralo, es una puta perdida.-Se burló de mi otro de sus amigos.
¿Qué porque decían que parecía gay? Pues bueno, era porque me gustaba
delinearme los ojos, pero eso no tenía nada que ver con mis preferencias
sexuales.
-Tienen razón, -Dijo
Iván- Pero no se preocupen que ahora mismo lo volveremos hombre. –Y sonrió con
malicia. En ese momento supe que algo malo pasaría. –Dame tu celular. –Ordeno a
uno de sus amigos, este se lo tindío y él lo tomo. ¡Yo no me quedaría ahí
parado para ver que me hacían! Trate de correr hacía la puerta, pero un chico
corpulento me agarró del brazo impidiendo que avanzará. -¡Cierren la puerta!
–Dijo Iván, uno de ellos hizo lo que decía. Empecé a asustarme de verdad y me jalonee
del agarre que mantenía el chico en mi brazo.-Oh, no te espantes, prácticamente
te haremos un favor, te quitaremos lo loca. –Todos empezaron a reír.
Me jale más fuerte
para poder soltarme, y cuando casi lo lograba otro de los amigos de Iván me agarro
del otro brazo. Luego Iván puso el celular frente a mi cara. Lo primero que vi
fueron unas escenas de unos tipos teniendo sexo, era asqueroso. Volteé mi cara,
¡Yo no quería ver eso! No porque fuera marica, pero me daba asco, el video era
demasiado grafico y yo aún era un niño, mi mente no pensaba en esas cosas y
mamá me había dicho que eso estaba mal.
-¿Qué pasa?¿Tan puto
eres que ni siquiera puedes ver esto? -Me retacharon contra la pared del baño,
yo me negaba a ver ese sucio video. Iván agarró mi cara con su mano, hizo
presión muy fuertemente, me dolía mucho. Puso el celular de nuevo frente a mi
cara, pero ya no la podía voltear pues él tenía mi cara agarrada firmemente,
por lo que veía el video claramente. Cerré los ojos y una lagrima se escapo de
ellos, nunca me habían agredido, me sentía muy asustado.
De pronto sonó la
campana, señal de que el receso había terminado.
-Iván, vámonos que
sospecharan si no estamos en clase.-Iván asintió.
-Sí, suéltenlo. –Dijo
Iván a sus amigos que en todo lo que duro el video no habían dejado de
apretarme los brazos para que no me moviera fuertemente. Cuando me soltaron me
sobé los brazos, seguía asustado. Empecé a caminar hacia la puerta del baño, ya
no quería estar ahí encerrado con ellos.- ¡Hey! ¿A dónde crees que vas?
-A… al salón.
–Conteste, mi voz no era muy audible. Tenía miedo, él me daba miedo.
-No no no, ¿Para que
vayas con la maestra de marica?-No contesté nada, eso era lo que quería
hacer.-No irás a ningún lado. –Empezaron a caminar hacia la puerta, iban
saliendo de uno en uno. Al final quedamos solo Iván y yo. –Escucha, tú te
quedarás aquí.
-¡No!¡Por favor! ¡No
me encierren aquí!-Le suplique, odiaba los lugares encerrados, era un miedo que
tenía desde pequeño.
-Sí, te quedarás aquí,
y cuidado de decirle a la maestra o a tus padres algo de lo que sucedió hoy,
porque juro que si lo haces, te irá mucho peor. .Dijo amenazantemente. Yo cada
vez me hacía más chiquito frente a él. Asentí repetidas veces, no diría nada,
seguro que si no lo hacía dejarían de molestarme pronto.
Ese fue el inicio de todo, a partir de ahí fui el objeto de
burlas de ellos, siempre me molestaban, escondían mis cosas, me pegaban o me
encerraban en el baño, yo no decía nada porque tenía miedo de que se enojarán
más y fuera peor.
De pronto recordé la amenaza que me hizo Iván cuando me
aventó la mochila, dijo que me golpearía en la salida.
El timbre que indicaba que las clases habían concluido sonó
y salí rápidamente del salón, no quería que me golpearan. Corrí lo más rápido
que pude hasta llegar a mi casa, como siempre mis padres no estaban. Me encerré
en mi cuarto y puse música a todo volumen, saque mi cuaderno de dibujo y empecé
a hacer trazos en el papel mientras recordaba lo que me habían hecho esos mal
nacidos. No podía dejar de llorar, mi vida era un infierno; siempre tenía miedo
de ir a la escuela, tenía miedo de pensar en las cosas que me podían llegar a
hacer ya que muchas veces me habían pegado, pero hubo una vez en la que me
habían dejado moretones en la cara y había terminado muy mal. Esa vez mis
padres me preguntaron lo que me había pasado, yo tuve que mentirles diciéndoles
que me caí de las escaleras porque si decía algo me iba a ir mucho peor, y no
podría soportar otra paliza como esa.
No entendía porque me pasaba esto a mí, entre tantas personas
soy yo justamente el que tenía que
sufrir. Mi mamá siempre me decía que yo era especial, que tenía talento y que
nunca debía sentirme menos que los demás. Yo ya no creía eso, lo único que
pensaba es que lo que me hacía ser único también me hacía estar solo. Seguí
llorando toda la tarde hasta que ya no pude más y caí dormido.
~*~*~*~
Hoy es un día especial, hoy es el cumpleaños de Fernanda, la
chica más bonita de mi salón. Yo llevaba años enamorado de ella por lo que hoy
tenía un obsequio para ella que esperaba y le gustará, así al menos notaría que
existo.
Llegue a la escuela y por fortuna no estaba Iván con su
pandilla por ningún lado. Llegué al salón y vi que el lugar donde se sienta
Fernanda estaba rodeado por chicas, seguro y la estaban felicitando. Me dirigí a mi lugar y de pronto vi que este
estaba repleto con letreros que decían “Marica””Emo””Puto” y cosas de ese tipo.
Me sentí furioso, entonces agarre todos los papeles y los arranque de mi silla
mientras los hacía bolita. Camine hasta el bote de basura y los tiré. Detrás de
mi oía la risa de los chicos que lo habían hecho.
-Al parecer no le gusto su sorpresa a la niñita-Dijo un
amigo de Iván.
-Oh, es una pena –Puso cara de decepción, pero claramente se
estaba divirtiendo con esto. –Lo hicimos con tanto amor para ti. –Decidí
ignorarlos y me volví a sentar en mi silla. -¡Hey idiota! ¡Haznos caso!-Iván
estaba frente a mi silla mirándome burlonamente- Ayer te fuiste, así que hoy será peor. Y si
vuelves a huir de nosotros hoy te juro que no saldrás vivo. –Sentí pánico
cuando se trono los dedos.
Justo en ese momento el profesor entro al aula y todos se
sentaron en sus lugares ya que la clase comenzaría.
La clase se me pasó muy rápido, o tal vez era solo yo que no
quería que llegará la hora de la salida ya que tenía una paliza apuntada e mi
agenda. Se suponía que hoy sería un buen día y no iba a dejar que esos tontos
me lo arruinarán. Me paré de mi asiento y tomé el regalo que había traído para
Fernanda. Ella se encontraba platicando con sus amigas sentada en su silla.
Me sentí muy nervioso y camine lo más lento que pude hasta
llegar en donde estaba ella.
-Ho… ¡hola! –Trataba de sonar normal pero estaba demasiado
nervioso. Ella seguía platicando son sus amigas que ni siquiera me habían oído.
¿Tan invisible soy para ella? –Hola Fer… Fernanda-Esta vez sí logré que me
mirara.
-¿Qué quieres? –Me dijo secamente.
-Yo… yo so… solo quería darte e… esto- Y le tendí el peluche
que le llevaba. Había pasado semanas ahorrando para poder comprárselo. Ella se
lo merecía todo.
-¿Esa cosa es para mí?- Me pregunto mientras me miraba
despectivamente.
-Sí, te lo compre para ti. –Le dije tímidamente.
-¡QUITALO! –Grito histérica.
-Pe.. pero es tuyo, te lo compre con mucho amor.
-¡No me interesa! ¡Lárgate de mi vista!-Me seguía gritando,
me sentí muy mal. Los chicos se empezaron a amontonar en donde estábamos,
incluyendo a Iván y su pandilla.
-Pero me gustas mucho…
-Jajajajaja –Río ella mientras me miraba despectivamente. Todos los demás que veían la escena también
rieron. – Mira, tú no eres nadie comparado conmigo. En una escala del 0 al 10
eres un 0. Nunca vas a estar conmigo.
-Por favor acéptalo- Le volví a tender el regalo.
-¡¿QUÉ NO ENTIENDES QUE NO QUIERO NADA TUYO?!-Me grito y yo
di un paso hacia atrás. – Ve a dárselo a una chica que este a tu nivel ¿Sí? Y
lárgate antes de que las demás personas te vean hablando conmigo. –Me di la
vuelta, y esta vez no pude evitar llorar. Todos se reían de las cosas que me
decía. -¡Teto!
-Jajajaja ¡Tómala marica!-Me empujo Iván y caí al piso. El
peluche rodo hasta los pies de sus amigos y empezaron a romperlo, al igual que
mis ilusiones.
-¿Cómo pudo pensar que Fernanda aceptaría algo de él?
–Decían sus amigas mientras todos los presentes se morían de la risa. Entonces me
puse de pie y salí corriendo de ahí, ya no quería ser el objeto de burlas.
-¡Recuerda nuestra cita marica!- Grito Iván mientras yo
seguía corriendo. Lo único que quería era que acabarán las clases para poder irme
a mi casa. El único lugar donde estaba a salvo.
~*~*~*~
-¡Qué bien! No eres tan estúpido como pensaba. –Dijo Iván
mientras sus amigos me encerraban en una especie de círculo. Había pensado en
huir de nuevo, pero si lo hacía entonces sería mucho peor así que decidí enfrentar
mi destino. –Los doctores por lo regular te dicen “esto no dolerá” pero como yo
no soy doctor, te diré la verdad… “Esto si te va a doler”- susurró las últimas
palabras en mi oído.
-Por favor ¡No me hagan daño! – Ellos rieron.- ¿Por qué me
odian tanto?
-¡Por marica! –Rió y se tronó los puños. Entonces dos de sus
amigos me agarraron de los brazos mientras Iván repartía golpes por todo mi
estomago. Me faltaba el aire y ya no podía más, estaba sangrando. –¡Suéltenlo
chicos!- ordeno, pensé que ya me dejarían en paz, pero fui tonto al creer eso.
Caí al suelo cuando me soltaron y empezaron a darme patadas entre todos por
todo mi cuerpo. Uno de ellos tomó mi mochila que se encontraba a un lado de
donde estábamos y vació mis cosas al piso. De ahí salió mi cuaderno de dibujo.
-¡Hey chicos! ¡Tienen que ver las cosas que hace este
marica!- Dejaron de patearme y voltearon hacia donde les hablaba su amigo. Le
entregaron el cuaderno a Iván y empezó a
hojearlo. Yo trataba de pararme para irme de ahí, pero aún no podía respirar
bien. Sus ojos se abrieron mientras veían mis dibujos. ¿Qué era lo que
dibujaba? Bueno, pues dibujaba sus muertes, como mataría a cada uno estaba
plasmado ahí.
-¿Con que nos quieres matar eh? –Río mientras me miraba
burlonamente.- Pues te quedarás con las ganas. ¡No tienes los cojones
suficientes para hacerlo marica! –Y empezó a romper mi cuaderno con cada uno de
mis dibujos. Yo lloraba, pero no porque me dolieran los golpes, sino porque
sabía que era un cobarde como para hacerlo. Él tenía razón.
Me aventó mis dibujos por la cabeza y se fueron de ahí. Me
quedé ahí tirado por más tiempo, me dolía todo el cuerpo y no podía ni
sostenerme en pie. Cuando recuperé el aliento me fui parando lentamente
mientras me sobaba mi estomagó, dolía y mucho. Recogí mis cosas lentamente y me
fui a mi casa.
Llegué a mi casa, lo había decidido ¡Ya no podía soportar
esto! ¡Esto no era vida! Vivir con miedo de todos definitivamente no era vida, sentirme
rechazado y como basura tampoco lo era, así que opté por él camino más fácil.
Le daría fin a mi vida…
Tomé una libreta de mi escritorio y comencé a escribirles
una carta a mis padres mientras lloraba amargamente las últimas lágrimas que
derramaría en este cruel mundo:
¡Hola papá y mamá!
Para cuando encuentren
esto seguro que yo ya estaré en otro mundo, no se sientan culpables, ustedes
han sido unos padres excelentes, lo que hice fue porque no había otra solución…
Llevo tanto tiempo muerto por dentro que es imposible estar bien.
Quiero decirles que
los amo demasiado y nunca dejaré de hacerlo, siento mucho hacer esto. Gracias
por darme su amor infinito todos estos años y aunque nunca estuvieran conmigo
yo lo entiendo, se que tenían que trabajar para darme lo mejor. Por favor no me
odien por haber tomado esta decisión, pero es la única forma de sentirme bien
por fin.
Los amaré desde el más
allá, estaré mejor en ese lugar, en el que no te juzgan ni te desprecian por
ser quien eres y por fin podré ser feliz. Hoy veré si tras la muerte existe
otra vida.
A los que me agredieron
y desearon el mal yo les deseó el doble, por hacer pedazos mi corazón y acabar
con mis ilusiones.
Adiós mamá y papá… por favor perdónenme.
Termine de escribir y deje la carta sobre mi cama.
Salí de mi casa rumbo al gran edificio de la escuela. Hoy se
suponía que sería un día especial, al final lo sería pues este día todo para mí
acabaría. No podía parar de llorar, una parte de mí, una pequeñísima parte no
lo quería hacer. Recordé todos los maltratos y sufrimiento de mi corta vida.
Llegue a la escuela y subí al último piso de está. El aire en la azotea era tan
frío y calmado, se respiraba tranquilidad. Me paré en el borde, para acabar con
mi sufrimiento solo tenía que saltar. Una pequeña parte mí no lo quería hacer y
esperaba ansiosa a que alguien llegará a salvarme… pero eso nunca pasaría… si
no había nadie allá abajo ¿Qué era lo que me detenía para saltar?
Cerré los ojos lentamente mientras la brisa del aire daba en
mi cara.
Si los demás te hacen daño… ¿Por
qué también tú te lo haces?
FIN
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