martes, 28 de agosto de 2012

All that i want is you...

CAPITULO 29



—¿Qué hiciste qué? —pregunto sorprendido Bill, llevando la taza de café que tenía entre las manos a la mesa. Se encontraba cenando con su mejor amigo Andreas, como todos los sábados por la noche.

Este le contaba su pequeña/gran aventura que había vivido ese día, al conocer a ese chico divertido y molesto del supermercado, Bill escuchaba todo lo que su amigo le contaba atentamente.

—Sí, lo invite a cenar, o mejor dicho, se invito a cenar él solo.

Andy sonrió recordando lo bien que se la había pasado con el chico del supermercado, habían ido al parque a comer helado, al cine y demás cosas, y lo que él pensó sería un encuentro de solo una noche, se convirtió en algo más cuando el chico le había dicho que lo quería volver a ver.

—Pero, si apenas y lo conoces, no sabes nada de él… ¿y si es peligroso? ¿no hicieron nada indebido cierto? —cuestiono Bill preocupado, se le hacía lindo que Andreas hubiera encontrado a otra persona, pero también creía que tenía que tomarse su debido tiempo para conocerlo.

Aún no entendía como eran tan buenos amigos, Bill siempre tan precavido, cuidándose de todos a su alrededor para no salir lastimado y Andreas tan impulsivo, algo le tenía que aprender.

—Créeme, no lo es… y no, tampoco hicimos nada sucio e inmoral ¿me tomas por una zorra? —rió divertido —aunque no te puedo negar que se me hizo muy lindo y demasiado deseable, así que ganas de tirármelo ahí mismo no me faltaron. —un leve sonrojo inundo sus mejillas.

—Ósea que te gusto picaron… —le dijo Bill riendo, picándole el estomago con su dedo índice para molestarlo.  A veces –la mayoría de tiempo- parecían niños pequeños peleando. Andy no le contesto nada, y para Bill eso significo un sí. — ¿Y cómo se llama el susodicho?

—George.

— ¿George qué?

—Hay Billo, no lo sé, no era cuestión de ponerme a preguntarle todo su árbol genealógico un nuestra primera “cita” —hizo comillas con los dedos al mencionar la última palabra. No sabía si eso había contado como una cita verdadera o solo un encuentro casual.

—Hubiera sido divertido, creería entonces que el psicópata eras tú y hubiera salido corriendo. —Bromeó el pelinegro, Andreas le saco la lengua a modo de insulto. —Ya, dale… ¿entonces cuando vendrá?

—Mañana —contesto rápidamente.

—Entonces supongo que tendré que largarme a algún otro lado, no quiero oír las cochinadas que harán —hizo un puchero, como si algo le diera asco.

—La envidia te corrompe y los celos te matan… —Andy lo empujo levemente, a modo de juego —ya, no te pongas celoso, si quieres armamos el trió. —Bill se llevo una mano a la boca, fingiendo asombro.  Andreas rió a carcajada limpia al ver la cara del pelinegro.

—No, yo no soy una puta, aunque muchas gracias por la oferta.

—No ya, hablando enserio, estás invitado, trae a Jared.

— ¿Para qué? ¿Ahora quieres un cuarteto? Que insaciable y puta me saliste…

—No seas idiota— Andreas le pegó levemente a su amigo en el hombro. —dije que lo trajeras para cenar juntos, los cuatro, es obvio que no me quedaré a solas con él en el departamento.

—Auch —se quejó. — ¿Por qué me pegaste animal? —Bill se sobo el hombro.
—Que marica eres, ni siquiera te pegué recio. —Bill le miró con desprecio. —aparte te pegue por idiota y mal pensado.

—Hey, que no es mi culpa que no te sepas expresar bien. —se defendió el pelinegro.

—Como sea, pero no me puedes dejar solo en esto. —dijo ya mirándolo serio, el chico le había movido tantas emociones, que hasta se sentía todo un adolescente con mariposas en el estomago con solo recordar su “cita” con él en la mañana. — ¿Cuento contigo?

— ¿Dime cuando te he dejado solo? —Bill sonrió y Andreas también lo hizo, aunque pelearan más que una pareja de recién casados por tonterías como, a quién le tocaba lavar los trastes sucios ese día o barrer el departamento, siempre estaban ahí el uno para el otro, apoyándose en los momentos buenos y en los malos.

Después de eso platicaron de otras cosas triviales, Bill le había contado que había ido a ver a Jared y este se puso feliz de saber que el pelinegro estaba tratando de arreglar su relación.

Andreas le había tomado un gran cariño a Jared, siempre se había portado muy bien con ellos, y siempre le estaría agradecido por apoyar a Bill en todo y contra todos, y sobre todo por darle ese amor de pareja que solo Jared le podía dar.

El pelinegro no le contó respecto a Thomas, no lo haría ahora, sabía que después de eso vendrían muchas preguntas, preguntas que en esos momentos no quería contestar, solo quería pensar, así que se dirigió a su habitación a dormir, no sin antes avisarle a su novio que al día siguiente fuera a su casa para la cena que Andreas haría para ese tal George.

Deseaba que fuera un buen chico y tuviera buenas intenciones con su mejor amigo, ya que Andy se veía muy ilusionado con él.

***
La mañana del domingo llegó, era fría y nublada, pero Andreas esperaba ansioso que llegara la noche para volver a ver al chico de risos color chocolate y ojos azules como el mar, en los que se podía perder sin siquiera desearlo.

Estaba nervioso ¿y si lo dejaba plantado? ¡No quería ni pensarlo!

Miro su celular que se encontraba sobre el buró al lado de su cama, lo tomo entre sus manos y busco en su agenda telefónica el número de George, quería llamarlo, se moría de ganas de hacerlo, pero no lo haría, no quería que el chico pensará que era un psicópata acosador en busca de afecto de cualquier tío que se le parara enfrente y le sonriera, aunque con él había sido así.

De repente su móvil comenzó a sonar y la pantalla se ilumino marcando una nueva llamada, miro quien era y podía jurar que había sentido millones de mariposas golpear de pronto su sistema.

Era él, George.

Su cara se ilumino y se dibujo en ella una bella sonrisa. Salió del trance en el que se encontraba y decidió contestar el teléfono.

—Hola— fue lo único que se le ocurrió a modo de saludo.

—Hola pequeña diva, soy George, el chico guapo, lindo y sensual del supermercado, ¿me recuerdas?—hablo tan rápido que ni siquiera le daba tiempo a Andreas de contestarle palabra alguna— ¿Cómo estás? ¿Me extrañaste? Apuesto a que sí. —dijo divertido.

—Ni siquiera recordaba que existías, y estoy bien, gracias. —no quería reconocer que había pensado en el todo el día anterior, se había acostado a dormir pensando en él, y se había despertado también pensando en él.

—Te crecerá la nariz como a Pinocho por decir tantas mentiras —ambos comenzaron a reír. —en fin, solo quería saber si puedo llevar a alguien conmigo esta noche, es que se queja de que lo dejaré solo y parece una nenita quejosa.

— ¡Hey, que te estoy escuchando marica! —se oyó que le gritaron del otro lado de la línea. La voz se le hacía conocida, pero no, simplemente no podía ser esa persona que él creía que era.

— ¿Quién es él? —pregunto Andreas, se sentía algo molesto de que un chico se encontrara con George, y no sabía por qué.

— ¿Celoso? —le molesto el ojiazul.

—No me jodas.

—Vale, que no te tienes que poner en ese plan, el imbécil que escuchaste gritar es mi primo.

— ¡Apúrate o me visto! —grito Tom, solo para joder más el asunto y poner en apuros a su primo.

De repente Andy comenzó a reír, ya se podía imaginar la cara que tendría George. El siempre hacia lo mismo con Bill cuando Jared le hablaba, siempre era divertido hacerlo y ver como el pelinegro le mostraba el dedo corazón.

—Da igual, tráelo, yo también invite a un amigo y a su novio a cenar con nosotros.

— ¿enserio no te importa? —cuestiono.

—No, tráelo, seguro y la pasaremos genial, a lo mejor y es guapo y haya click entre nosotros. —ahora era su turno de molestarlo.

—No más que yo, te lo aseguro.

—Como sea, entonces nos vemos en la noche. —hablo bajito, le daba algo de pena hablar con el porqué podía sentir como algo en su interior iba creciendo y no quería hacerse falsas esperanzas.

—Sí, hasta la noche. —le contesto George con un sonrojo en sus mejillas y colgó el teléfono.

Por su parte George también sentía esa sensación de mariposas en su estomago, y aunque le diera algo de pena el solo hecho de pensar en ello, no había podido sacar a Andreas de su cabeza desde que le había ido a dejar a su casa, después de que habían ido al cine.

—Con que el amor a tocado a tu puerta… —dijo Tom, amaba hacerle burla a su primo. George se sonrojo aún más, su faceta “player” no era más que eso, una faceta de su irrevocable egocentrismo, pero en el fondo era un chico muy dulce que esperaba ansioso al encuentro de su alma gemela.

—No lo sé, pero ayer que estuve con él me sentí tan bien, como si él fuera una parte de mí y encajara perfecto. —Thomas sonrió, recordó que el con Bill se había sentido de la misma manera cuando eran novios, solo que él no lo había sabido apreciar.

—Pues entonces cuídalo, enamóralo y no lo dejes ir, no cometas mis estupideces. —George asintió, él sabía toda la historia de Bill con Tom, ahora entendía porque el pelinegro había salido casi corriendo apenas lo vio.

Las horas pasaron y llego la noche, Bill se encontraba en su habitación dándose los últimos retoques de maquillaje y acomodándose la chaqueta que llevaba puesta, no era ninguna ocasión especial para él, pero le gustaba verse bien, además conocería al futuro prospecto a novio de su mejor amigo y quería dar una buena primera impresión.


Andreas corría de un lado a otro, acomodando la mesa, quería que todo estuviera perfecto. Jared había llegado antes de lo citado, y ayudaba al rubio a llevar la comida a la mesa.

— ¿Y cómo se llama el chico? —pregunto Jared.

—George. —le contesto Andy sonriente.

De repente entro Bill a donde se encontraban, haciendo acto de presencia como si de un rockstar se tratara.

— ¿Y? ¿Cómo me veo? —cuestiono emocionado. Jared se lo comía con la mirada.

—Precioso, como siempre amor. —dijo Jared encaminándose hacia Bill, lo tomo por la cintura y le beso en los labios, Andreas los veía embelesado, solo esperaba y su amigo no arruinara el romanticismo que Jared estaba tratando de formar entre ellos.

—No, ya me arruinaste el gloss Jared. —Bill hizo una mueca, tratando de alejar a Jared para arreglarse los labios de nuevo. Su novio se alejo, y el pelinegro salió hacia la sala del departamento, ahí había un espejo grande donde se podría volver a arreglar los labios.

Andreas estaba en la habitación donde se encontraba el comedor junto con Jared, este se encontraba un tanto apenado por la reacción que su amigo tuvo con su novio, pero no dijo nada, además Jared parecía acostumbrado a ese tipo de desplantes.

El timbre sonó y Andreas le pidió a Bill que abriera ya que estaba más cerca de la puerta.

Se dirigió hasta esta, y lo primero que vio al hacerlo fue a su compañero de trabajo, sonriente e impactado de ver a Bill en la casa de Andreas ¿acaso eran amigos? Esperen… si Bill era el amigo que había invitado junto con su novio, entonces eso solo quería decir una cosa: Tom lo pasaría mal.

Bill desvió su mirada de George y volteó a ver a la persona que estaba a su lado, se encontró con esos ojos color miel que tanto amaba, era Tom, su Tom. Este lo miraba estupefacto, la vida los reunía por donde quiera que fuesen, jugando con ellos como si fueran unos simples muñecos, jugando con sus sentimientos y emociones, echando sus planes de sacarlo de su corazón aunque se lo tuviera que arrancar a la basura.

Justo cuando Bill pensaba que tenía las respuestas a todo, el control de su vida, la vida le cambiaba las preguntas, en un intento macabro de hacerle saber que era ella la que mandaba.

Y al parecer, lo que ella quería era juntar de nuevo por todos los medios posibles a esos viejos amantes, regresarlos de nuevo el uno con el otro, porque así era como debían de estar las personas que se aman más allá de todo lo que haya pasado antes, juntos.

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