CAPITULO 32
—¿Qué tanto me miras? —pregunto un sonriente trenzado mientras iba
en el asiento del copiloto del carro de su primo.
—Ya dime, ¿qué tanto se decían? ¿están juntos de nuevo? no puedes
tener esa cara de idiota solo porque sí, dime que desde lejos no pude oír nada.
—comento frustrado y le dedico una rápida mirada de suplica a Tom para que le
dijera algo, lo más mínimo, no importaba el qué.
—¿Cómo? ¿ósea que nos estuvieron espiando? —Cuestiono Thomas
fingiendo indignación.— son unos chismosos ¡tal para cual tu y Andreas! —George comenzó a reír a carcajada limpia— Dios
los hace y ustedes se juntan… —susurro Tom.
—¡Hey! que no somos chismosos —trato de defenderse y de defender
al rubio que lo traía de cabeza— solo queríamos… ya sabes… ver qué pasaba, es
que su historia de amor está más interesante que la puta novela de las nueve. —ambos
chicos comenzaron a reír por las ocurrencias del de ojos azules.
—Chismosos, yo insisto… pero vale, no paso nada realmente, solo
que le dije a Bill que lucharía por él, esta vez no lo perderé. —dijo muy seguro
de sí mismo.
—Y vi como se besaron picaron… —comento George de pronto solo para
joderlo un rato. —estas hecho un completo cursi. —Tom sonrió bobamente.
—Me vale lo que digas, ya te quiero ver con Andreas, el es casi
como Bill, solo que en rubio y un poco menos diva. —comento el trenzado.
—¿Qué de malo haríamos en nuestra vida pasada para merecernos tal
castigo? —dijo sarcásticamente. La verdad era que ambos chicos amaban las
personalidades de Bill y Andy, ellos amaban sus defectos, Tom había aprendido a
hacerlo con el tiempo, o tal vez desde el primer momento amo la personalidad
del pelinegro, solo que no se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde y lo había
perdido.
—No lo sé, pero yo lo amo como es, amo que se comporte como si
fuera una diva, es parte de su esencia, desde que lo conozco es así y me
encanta.
—Te ha vuelto un marica perdido. —fue todo lo que dijo George,
pero solo lo decía para molestarle, la realidad era que se alegraba de que por
fin alguien había cambiado a Tom, Bill lo había hecho creer en el amor
verdadero, y no solo en el de una noche, que en realidad no era amor, pero el
trenzado antes decía que sí.
—Ya te quiero ver en unos meses. —y así dieron por finalizada esa trivial
platica que sostenían en medio de la noche, de regreso al departamento que ambos compartían después
de haber ido a esa cena, que aunque al principio fue algo extraña e incómoda,
después se había convertido en algo maravilloso que no olvidarían por el resto
de sus vidas. Marcaba claramente el principio de una nueva etapa. Tom estaba
decidido a recuperarlo y nunca más dejarlo ir de su lado.
~*~*~*~
El tedioso sonido del despertador se hizo notar en medio de
la oscuridad de la habitación del pelinegro, indicando única y exclusivamente
que la semana volvía a comenzar, dándole paso una semana que sería por demás
agitada y confusa para el pelinegro con Tom rondando a su alrededor cada dos
por tres y Jared vigilándolo más que de costumbre.
Dirigió su mano hacia donde se encontraba su reloj
despertador y lo apago, no quería levantarse, así que decidió quedarse aunque
fuera cinco minutos más dentro de su cómoda y caliente cama. Su mente ahora
solo pensaba en Tom, de alguna u otra forma Bill quería estar de nuevo con él,
como novios y ahora también como amantes más en lo íntimo, pero otra parte de
él le decía que no volviera a tropezar con la misma piedra, que eso no era
bueno, pero ¿quién se lo podía asegurar?
Había decidido no hacer nada, las cosas con el tiempo se
darían si se tenían que dar o eso suponía, le daría tiempo al tiempo, no quería
apresurar nada, y además todavía estaba Jared, que aunque en ese momento
estuvieran peleados, sabía que el chico de ojos azules volvería con él a
pedirle perdón y él lo perdonaría sin más, así como tantas veces le había
perdonado el ojiazul sus faltas y
rechazos. Le perdonaría, sí, pero su relación estaba más que mal y estaba
dispuesto a ponerle un alto.
En contra de su voluntad se levanto de la cama y se metió a
la ducha, no era por quererle prender más leña al fuego, pero ese día tenía
ganas de verse más guapo que de costumbre, ya que Tom estaría ahí. Obraba mal,
lo sabía, pero era un simple humano que seguía enamorado de su ex novio.
Pasaron cerca de dos horas y una vez que el pelinegro estuvo
listo salió en su automóvil directo a su trabajo. Había mucho tráfico a esas
horas de la mañana ya que la mayoría de las personas salían a dejar a sus hijos
a la escuela o al trabajo, pero aún tenía tiempo de llegar puntual.
Una vez que llego a donde se dirigía se estaciono, bajo del
auto y emprendió camino hacia la puerta de entrada del gran edificio en el que
trabajaba. De repente vio a un chico alto con una chamarra de cuero con
estoperoles como las que el usaba, de inmediato supo quién era, y sintió la
necesidad de arreglar las cosas de una buena vez por todas.
Antes de dormir había pensado mucho en lo que haría, y hoy
de una vez por todas dejaría a Jared, se sentía un completo gilipollas, pero si
Jared ya no podía confiar más en él, no le veía para nada la pena seguir juntos, sería muy frustrante e injusto
para ambos estar peleando todo el tiempo, esa no era la vida que Bill quería
vivir. Ambos merecían ser felices con quien sea que fuera en realidad su alma
gemela.
—Hola— susurro Jared una vez que Bill llego a donde él estaba.
—Hola— contesto Bill del mismo modo. Jared podía ver lo serio que
Bill estaba, más que de costumbre y eso no era bueno, podía presentir que las
cosas estaban aún peor de lo que él pensaba.
—En realidad no sé qué decir… —el ojiazul estaba nervioso, se
sentía un completo estúpido por haberle gritado de esa forma la noche anterior
a Bill y “arruinarle” su cena a Andreas, aunque en realidad le había hecho un
favor, solo que él no lo sabía.
—Puedes empezar diciéndome que haces aquí. —soltó Bill fríamente.
Robert nunca le hablaría así a Jared, y esté lo sabía, pero seguía encaprichado
con el pelinegro.
—Yo solo vine a pedir perdón. —dijo tendiéndole a Bill el ramo de
flores que llevaba en sus manos, el cual el pelinegro no había visto ni por
asomo. Se le quedo viendo a Jared y
después miro el ramo de bellas rosas que tenía enfrente.
—¿Y pretendes que con un simple ramo de rosas te perdone el hecho
de que ayer me hayas gritado enfrente de todos? —Jared agacho la cabeza apenado,
en verdad sentía haberle gritado a Bill ya que casi nunca lo hacía. —Desconfiaste
de mí, prácticamente me dijiste que era un traidor enfrente de todos cuando yo
en realidad no sabía que Tom era el primo del pretendiente de Andreas.
—Lo sé, sé que fue un completo imbécil, idiota, estúpido y todo lo
que tú quieras, pero por favor tienes que perdonarme, me duele mucho que
estemos en esta situación. —Se acerco más a Bill tomando sus manos entre las
suyas.
—No pidas perdón, después de todo ya no soy tan inocente. —El
pelinegro lo seguía mirando a los ojos, estaba dispuesto a decirle todo lo que
sentía.
—¿Qué? ¿cómo? ¿qué hiciste Bill? —pregunto preocupado el ojiazul.
—Perdón, sé que soy una escoria y ahora mismo me puedes llamar
traidor y como desees, pero besé a Tom. —Jared no dijo nada, al final de
cuentas el tampoco era inocente, solo se limito a observarlo y ver como Bill se
limpiaba una lagrima rebelde que descendía por su mejilla derecha.
Bill era muy fuerte, sí que lo era, pero ahora se sentía un
completo desvergonzado, cínico y malagradecido, Jared había hecho tanto por él,
y él le decía así sin más que había besado a Tom. Era una mala persona e iría
al infierno, de eso estaba seguro.
—Esto… esto simplemente ya no está bien Jared, no podemos seguir
con esta relación, tu no confías en mí y yo te engaño a la primera que me
encuentro con mi ex, no es sano y tampoco justo ni para ti ni para mí. —Jared
seguía sin decir palabra alguna, aún no procesaba el hecho de que Bill lo
estaba terminando en ese momento. —Creo
que nuestra relación debe de acabar aquí, lo siento.
El pelinegro aparto su mano de las del ojiazul y comenzó a caminar
directo a los ascensores del gran edificio en el que se encontraban.
—No, tu no me puedes hacer esto Bill. —susurro. Lo odiaba, tenía
ganas de correr hasta donde sea que estuviera Tom y molerlo a golpes, de nuevo
él se entrometía en su relación.
Jared corrió y lo detuvo casi cuando el pelinegro estaba a punto
de llegar al ascensor.
—Te perdono, no me importa, te perdono incluso si follaste con el
anoche, yo… yo no quiero que nuestra relación acabe aquí, no de esta forma, yo
sigo confiando en ti, te lo demostrare pero no me dejes, yo te amo Bill, más de
lo que te imaginas. —suplico.
Bill solamente lo observaba dolido, y es que definitivamente él
era el malo en su relación, o al menos eso pensaba ya que no sabía lo que el
ojiazul hacia cuando él no estaba cerca.
—Por favor, te amo mucho, sé que tu no me amas igual de lo que yo
a ti pero no me importa, sé que algún día llegarás a hacerlo, podemos irnos
lejos de aquí, mis padres tienen una casa en Inglaterra y pode…
—No —Bill lo interrumpió— ya estoy cansado de huir de Tom no iré a
ningún lado, lo siento.
El pelinegro se giro para poder entrar al elevador, era una suerte
que a esas horas en la oficina no hubieran tantas personas. Estaba a punto de
poner un pie arriba del elevador, cuando de pronto escucho lo que le dijo su
ahora ex novio.
—Si tú me dejas, no sé que voy a hacer, me estoy sintiendo igual
que cuando Tom te engaño… ¿recuerdas esa noche en la que yo te saque de ahí, de
esa estúpida fiesta para que dejaras de sufrir? ¿recuerdas el dolor que
sentiste? pues lo mismo estoy sintiendo yo en este momento, ¿y a mi quién me va
a rescatar del pozo en el que tú me estas dejando?
Esas simples palabras le habían caído como un balde de agua fría
al pelinegro. De pronto recordó todo el
dolor que había sentido y por el que había pasado, el ojiazul — además de
Andreas— era el único que en verdad le había ayudado a superarlo.
Jared no se merecía toda esa mierda. Amaba a Thomas, pero no podía
ser así de ingrato.
La culpa y el remordimiento de conciencia hicieron acto de
presencia con más potencia que antes, entonces Bill se volteo a verlo de nuevo
y comenzó a caminar hacia él, no podía ser así de gilipollas, no con él después
de todo lo que habían pasado juntos. Para bien o para mal, el ojiazul siempre
había estado con él tanto en las buenas como en las malas.
Se acerco lo suficiente y vio como los bellos ojos azules de Jared
estaban un poco húmedos, no quería que Jared sufriera igual que él.
—Tienes razón, lo siento tanto… —junto su frente con la de Jared,
pasando sus brazos por detrás de su cuello y el ojiazul rodeó su cintura con
sus brazos— soy un idiota, no me hagas caso en todo lo que dije, no vamos a
terminar nada, todo mejorara, lo prometo. —Jared sonrió y le entrego el ramo de
rosas que llevaba y Bill lo acepto con gusto, o al menos eso aparentaba.
—Gracias por darme otra oportunidad, esta vez no haré las cosas
mal, lo prometo. —Pensó en Robert, y en todo el daño que le haría si los viera
en esa situación, pero en ese momento no le importo, además de que su amante
sabía que él estaba más que loco por Bill, y que no lo dejaría por nada ni por
nadie.
Miro hacia atrás y pudo ver como Tom venía caminando sonriente a
su primer día de trabajo, era hora de arruinarlo, así como Tom había estado a
punto de arruinar su felicidad con Bill tan solo con su presencia.
—Perdona por… —justo cuando le iba a pedir perdón por besar a Tom,
su ahora novio de nuevo, lo beso en los labios apasionadamente. La venganza era
dulce, al igual que los labios de Bill, o al menos eso pensó Jared.
Bill le beso con el mismo ahínco, no quería hacerlo sentir peor de
lo que ya lo había hecho. Después de todo seguía siendo el mismo chico ingenuo
de diecisiete años, algunas cosas nunca cambiarían.
Mientras tanto el trenzado observaba la escena desde la puerta de
entrada de ese gran edificio, su corazón se rompía en esos mismos instantes al
ver como Bill le correspondía el apasionado beso a Jared, como si no existiera
un mañana. Sentía como muchas dagas afiladas se clavaban en su pecho y las
ganas de morir ahí mismo se hacía cada vez más inmensas. Su alegría se había
ido al caño, pero después de todo su Bill era novio del intento de rockero
fallido.
El pelinegro era ingenuo a la situación, solo se concentro en
darle el beso que tanto merecía su novio y se perdió. Thomas no pudo seguir
viendo la escena y se dirigió rápidamente al ascensor y las puertas se
cerraron, llevándolo consigo hacia las oficinas de arriba.
Jared sonrió contra los labios de su novio, después de todo su
plan improvisado había funcionado, tenía de nuevo a Bill, y le había dejado muy
en claro a Tom a quién le pertenecía.
¿Quién diría que detrás de esos bellos ojos azules y angelical
sonrisa se pudiera encontrar el mismo demonio? tan hermoso y tan manipulador a
la vez…
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